Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 2, 20-54

20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de
nuestros padres.

21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.

22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro
culto ni a la derecha ni a la izquierda.»

23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un
judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín,
conforme al decreto real.

24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus
entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.

25 Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar
y destruyó el altar.

26 Emuló en su celo por la Ley la gesta de Pinjás contra Zimrí, el hijo
de Salú.

27 Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel
que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»

28 Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las
montañas.

29 Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad,
bajaron al desierto para establecerse allí

30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males
duramente les oprimían.

31 La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad
de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían
rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del
desierto.

32 Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se
prepararon para atacarles el día del sábado.

33 Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis
vuestras vidas.»

34 Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del
rey de profanar el día de sábado.»

35 Asaltados al instante,

36 no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas.

Dijeron:

37 «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son
testigos de que nos matáis injustamente.»

38 Les atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos
y ganados: unas mil personas.

39 Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.


40 Pero se dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros
hermanos y no peleamos contra los gentiles por nuestras vidas y
nuestras
costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra.»

41 Aquel mismo día tomaron el siguiente acuerdo: «A todo aquel que
venga a atacarnos en día de sábado, le haremos frente para no morir todos
como murieron nuestros hermanos en las cuevas.»

42 Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas
valientes y entregados de corazón a la Ley.

43 Además, todos aquellos que querían escapar de los males, se les
juntaron y les ofrecieron su apoyo.

44 Formaron así un ejército e hirieron en su ira a los pecadores, y a
los impíos en su furor. Los restantes tuvieron que huir a tierra de gentiles
buscando su salvación.

45 Matatías y sus amigos hicieron correrías destruyendo altares,

46 obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el
territorio de Israel

47 y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus
manos:

48 arrancaron la Ley de mano de gentiles y reyes, y no consintieron
que el pecador se impusiera.

49 Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus
hijos: «Ahora reina la insolencia y la reprobación, es tiempo de ruina y de
violenta Cólera.

50 Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley; dad vuestra vida por
la alianza de nuestros padres.

51 Recordad las gestas que en su tiempo nuestros padres realizaron;
alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre.

52 ¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por
justicia?

53 José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley y vino a ser señor
de Egipto.

54 Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la alianza de un
sacerdocio eterno.